lunes, 28 de julio de 2014

EL BELLO ENGAÑO de CÉSAR BORGIA el VALENTINO EN SENIGALLIA:


Castillo de Senigallia

El protagonista de ésta historia es César Borgia, Duque de Valentinois, Duque de la Romagna y Gonfaloniero mayor (Capitán General) de la Iglesia Católica, que en su juventud había sido Obispo de Pamplona, Arzobispo de Valencia y Cardenal. Único caso conocido en toda la historia de la Iglesia Católica en que un Cardenal pide abandonar, dejar de ser Cardenal, por voluntad propia. Segundo hijo del segundo papa valenciano: Alejandro VIº. César fué el prototipo de príncipe del Renacimiento cuya memoria plasma y describe Nicolás Maquiavelo en su obra: El Príncipe. Junto con su padre, el Papa, promovió y apoyó a pintores y artistas, uno de sus ingenieros militares fue Leonardo da Vinci. Nicolás Maquiavelo acompañaba a César cuando se produjeron los hechos que voy a contaros, hechos que muestran la capacidad de simulación y la fina inteligencia utilizada para engañar al enemigo, cualidades que debe de poseer un príncipe. Ha pasado a la historia como “el bello engaño”.
         El 9 de Octubre de 1502, en Magione, cerca de Perusa, se reúnen varios “condotieros” al servicio de César Borgia con el objetivo de traicionarle, al parecer el cabecilla de la conjura era Vitellozzo Vitelli acompañado de Oliverotto de Fermo junto con el duque Paolo Orsini y el duque de Gravina Orsini, estos últimos miembros de la poderosa familia Orsini que en esos momentos tenía un Cardenal en Roma y al Arzobispo de Florencia. César estaba en Ímola decidido a marchar sobre Bolonia y acabar con el tirano Juan Bentivoglio que la mandaba. Los conjurados creen que César va ha tener demasiado poder y creen que ya no cuenta con el apoyo del rey de Francia, que ha llegado el momento de pararle los pies. Además querían repartirse entre ellos las plazas de Urbino que habían conquistado en la última campaña con y para César Borgia. Acuerdan apoyar al tirano de Bolonia y mandan emisarios a Florencia pidiéndole ayuda para acabar con César, mostrándoles que es un enemigo común.
        A continuación toman el castillo de San Leo que pertenecía a César, al saberse esta conquista se sublevó todo el Ducado de Urbino, proclamando como nuevo señor al antiguo duque  Guido Ubaldo al que César había desposeído hacia unos meses. Acabaron de conquistar las fortalezas de Urbino que eran de César y volvieron a mandar una embajada a Florencia comunicándoles que el Valentino ya estaba derrotado y que se uniesen a ellos para acabar con él. Pero la Señoría de Florencia, seguramente bien aconsejada por su Secretario Nicolás Maquiavelo, decidió no unirse a los rebeldes y mandaron a Maquiavelo ante César a ofrecerle refugio y auxilio contra los traidores.
Nicolás Maquiavelo

       César está en Ímola y tiene pocas fuerzas a su disposición, necesita un poco de tiempo, ve que le van a presentar una guerra inminente, tiene que distraer a los traidores, mientras se pone a reclutar nuevas fuerzas a base de dinero (mercenarios), el dinero lo tiene sobrado, al mismo tiempo pide ayuda a su señor el rey de Francia Luis XII, también manda emisarios a los sublevados con proposiciones de arreglar la situación. Los traidores siguen avanzando y en Fossombrone una pequeña tropa del Valentino, al mando de Miguel Corella (alias Michelotto), su hombre de confianza, les hace frente perdiendo algunos hombres, al final tienen que retroceder, la tropa de los sublevados es muy superior. Es el momento en que César se muestra un maestro en el arte de la simulación y el engaño: les manda emisarios proponiéndoles un acuerdo, les dice que están empleando las armas injustamente contra él (se muestra conciliador y dialogante) ya que todo lo conquistado en el Ducado de Urbino no lo quiere para él, que sus propietarios legítimos eran ellos que para eso lo habían conquistado y que él se conformaba con el título de Príncipe de Urbino. Logró convencerles de momento, consiguiendo que cesaran los ataques, al tiempo que los sublevados mandaron a Paolo Orsini y al Duque de Gravina a continuar el acuerdo con César en persona.
        Mientras tanto, César, va recibiendo los refuerzos y los va distribuyendo en diferentes puntos de la Romaña, evitando llamar la atención y alarmar a los enemigos. Tiene noticia de las fuerzas que ha recibido y son cuantiosas, eran ya suficientes para haber derrotado a los traidores en el campo de batalla, pero decide seguir con el engaño, era más seguro, útil y barato. Halagó con regalos y atenciones a los dos embajadores llegando a un acuerdo de paz con los sublevados, por dicho acuerdo les confirmó a todos en los cargos que tenían antes con él, prometió no invadir ni molestar al tirano de Bolonia, que eran libres de presentarse ante César cuando ellos quisieran y les entregó 4.000 ducados de oro al contado, los aliados, por su parte, prometían restituirle como Duque de Urbino, apoyar a César en sus expediciones y no hacer guerra con nadie sin su autorización. Vitellozzo Vitelli y Oliverio de Fermo que conocían mucho a César no lo tenían claro, pero las atenciones dispensadas por César a Paolo Orsini y al Duque de Gravina surtieron el efecto deseado por el Valentino y los convencieron a firmar el acuerdo. Oliverio de Fermo en persona fué ante César, que estaba en Cesena, para ver que nueva empresa iban a realizar para César, podían invadir la Toscana y, si no, podían atacar Senigallia. El Duque Valentino les dijo que la Toscana no, ya que eran amigos suyos, pero le parecía bien que marcharan contra Senigallia.
Papa Alejandro VI

          De inmediato César mandó a gente de su total confianza a hablar con el castellano de la fortaleza de Senigallia. Al poco tiempo los conjurados comunicaron a César que Vitellozzo había tomado la ciudad de Senigallia pero que el gobernador de la fortaleza se negaba a rendirlo a un “condotiero”, que deseaba entregarlo y pactar personalmente con el Valentino y con nadie mas, por lo que le pedían a César que fuera a recibirlo. A mediados de diciembre marcha al frente de su ejército desde Cesena hasta Fano, allí se dispuso a finalizar “el bello engaño”, licenció al ejército francés para no infundir la más mínima sospecha en los conjurados y a continuación mandó recado a los dos Orsini para que, si les parecía, le acompañaran a él para que, con Vitellozzo y Oliverio, entrar juntos en Senigallia. Dio instrucciones exactas a ocho de sus más fieles para cuando se encontraran a las puertas de la fortaleza con los cuatro conjurados, anticipándolos a su llegada, desplazó a parte de su ejército (10.000 infantes y 2.000 caballos) a cuatro millas de Senigallia. El 30 de Diciembre de 1502, el Valentino salió de Fano, llegando al día siguiente a donde había apostado a su ejército, con el que marchó al frente hasta una milla de la población, allí dejó a su ejército, y una vez llegado a las puertas de Senigallia, comprobó que Oliveiro disponía una tropa de mil infantes rodeando la fortaleza,  salieron a recibirle los cuatro conjurados, César los saludó con extrema amabilidad y cortesía y juntos entraron en la fortaleza. Las puertas de la ciudadela se cerraron a sus espaldas, el ejército de César ya estaba cayendo sobre los mil infantes de Oliveiro que rodeaban la fortaleza. El resto del ejército de los conjurados que estaba acuartelado a tres o cuatro millas de Senigallia, cuando se enteraron de lo que estaba ocurriendo se marcharon. Dentro del castillo los hombres de César, apostados previamente, detuvieron y desarmaron a los cuatro traidores. Miguel Corella “Michelotto”, el hercúleo valenciano que era la temible mano derecha de César, utilizando una cuerda de violín, estranguló a Vitellozzo Vitelli, Oliveiro se puso a llorar implorando perdón y acusando a Vitellozzo de ser el causante de la traición a César, no le valió para nada, él fué el segundo al que estranguló Miguel Corella. A Paolo Orsini y al Duque de Gravina Orsini los mantuvo vivos en un calabozo. El día que le comunicaron a César que su padre, el Papa Alejandro VIº, había apresado al Cardenal Orsini en Roma y al Arzobispo de Florencia, acusados de alta traición, y se les había desposeído de todos sus bienes y propiedades, era el 18 de Enero de 1503, cuando César mandó que también fueran estrangulados, en la cárcel, los dos Orsini.


Michelotto Corella

           Un Príncipe no podía ser comprensivo ni compasivo con los traidores, Maquiavelo, que vivió estos hechos cerca de César, se maravilló de la simulación, el sigilo y las perfectas maniobras de César, atendiendo todos los detalles, para engañar y castigar a los que le habían traicionado. 

ANIBAL BARCA (247ª.C.-183 a.C.) PARTE 5ª y ÚLTIMA


Ruinas de Éfeso

Mientras Aníbal estaba en Éfeso, sirviendo al rey Antíoco, ocurrió un hecho singular, uno de esos momentos de la historia en los que me hubiera gustado estar presente, lo mencionan los historiadores Plutarco y Apiano, os lo voy a contar: en el año 193 a.C. el Senado de Roma envía a Publio Cornelio Escipión “El Africano” en una misión diplomática ante Antíoco III Megas, cuando llega a Éfeso el rey Antíoco no está, la embajada romana tiene que esperar varios días, un día El Africano decide pasar por los baños públicos a realizar sus abluciones, ya a la puerta de los baños se entera de que Aníbal está dentro, manda que le comuniquen a Aníbal su presencia y si autoriza su entrada, de inmediato sale un sirviente y le comunica que su señor le espera para compartir con él los baños. La escena debió de ser maravillosa, los dos grandes generales, enemigos mortales pero sintiendo entre ambos mutua admiración y respeto, compartiendo la piscina de los baños de Éfeso, y, según las crónicas, con numerosos espectadores que guardaban un silencio sepulcral. En un momento determinado, hablando entre ellos sobre las cualidades y competencias que debían de poseer los generales, Cornelio Escipión le preguntó a Aníbal: “Cual es, según él, el mejor general de la historia”, a lo que Aníbal contestó: “Alejandro Magno”, Escipión estuvo de acuerdo, él también ponía a Alejandro el primero, de seguido le volvió a preguntar a Aníbal: “A quién colocarías a continuación” y éste le contestó: “A Pirro, porque considero que la primera virtud de un general debe ser la audacia” y añadió “me sería imposible encontrar a dos reyes mas atrevidos que ellos”. Escipión se sintió algo molesto con esta respuesta, era tanto como decirle la falta de audacia, y hasta la cobardía, que había visto en los generales romanos a los que se había enfrentado, que disponiendo de ejércitos regulares superiores al suyo, habían carecido de la audacia para hacerlo, lo cual picó un poco al Africano que volvió a preguntarle: “Y a quien colocarías en tercera posición”, ahora Escipión esperaba que le concediera ese puesto a él, que había sido capaz de derrotarle en Zama, pero Aníbal le respondió: “Yo mismo, en mi juventud he conquistado Hispania, he atravesado los Alpes con un ejército, hechos que han sucedido por primera vez desde Heracles, he atravesado Italia y habéis temblado de terror, obligándoos a abandonar cuatrocientas de vuestras ciudades, a menudo he amenazado vuestra ciudad con extremo peligro, y todo ello sin recibir dinero ni refuerzos de Cartago”. Ante tal exhibición de sus hazañas, Escipión, riéndose, le preguntó: “Aníbal, ¿En qué posición te colocarías si no hubieras sido derrotado por mí?”, el cartaginés le contestó: “En ese caso me habría colocado por delante de Alejandro”. Sencillamente genial, su autoestima era inmensa y fundada en muchas victorias. A continuación pidió a Publio Cornelio que fuera su invitado hasta que llegara Antíoco. En las negociaciones que mantuvo Cornelio Escipión con Antíoco III Megas, no se llegó a ningún acuerdo. Después de la derrota de Antíoco contra los romanos en la Batalla de Magnesia (190 a.C), Aníbal temiendo ser entregado a los romanos en el acuerdo (paz de Sardes) que estaban negociando con Antíoco, decidió huir del territorio seléucida. Durante tres años los historiadores no se ponen de acuerdo en dónde estuvo, al parecer fue a Creta y luego al reino de Armenia.
Rey Prusias I de Bitinia

          En el año 186 a.C. se puso al servicio del rey Prusias I de Bitinia, que estaba en guerra con el rey Eumenes II de Pérgamo, aliado de Roma. El rey lo nombró comandante de la flota de Bitinia, aquí mostró una vez mas su genialidad y esta vez en el mar, en una batalla naval contra la flota de Pérgamo. Sus barcos iban cargados con ánforas de arcilla perfectamente taponadas, cuando se acercaron a los barcos enemigos, Aníbal ordenó lanzar las ánforas sobre las cubiertas del enemigo, al romperse, ¡¡horror!!, se esparcieron decenas de alacranes y serpientes  venenosas que sembraron el pánico y el desorden en las tripulaciones enemigas, mientras sus arqueros diezmaban a los contrarios y sus tripulaciones aproaban a los barcos enemigos hundiéndolos. La victoria fue total. Fue el primero en descubrir la “guerra biológica”. Antes de embarcar a sus soldados y siguiendo sus ordenes, se pasaron muchos días por el campo recogiendo alacranes y serpientes que los puso en jaulas y “a dieta” para que llegado el momento las alimañas  estuvieran mas agresivas, antes de embarcar las metieron en las ánforas. Con lo cual logró dos objetivos: tener a la tropa ocupada, en vez de estar ociosos, peleándose y bebiendo por las tabernas, al tiempo que disponía de una nueva arma para vencer al enemigo. Fue su última hazaña que pasó a la historia.
         En el invierno del año 183 a.C, Aníbal se había convertido en un huésped incómodo para el rey Prusias I, que estaba negociando con Roma un acuerdo, tenía claro que el rey lo iba a traicionar, no estaba dispuesto a permitir que lo entregara al embajador romano, al mismo tiempo estaba ya cansado, ya tenía 64 años, y no se sentía con fuerzas, ni ilusión, para seguir buscando adonde ir para luchar contra Roma, tampoco quería seguir huyendo de los romanos. Residía a orillas del mar de Mármara, en su costa oriental, aunque el invierno ya estaba avanzado, hacía una tarde apacible y decidió subir a la azotea a contemplar la puesta de sol sobre el mar, lo hacía muchas tardes. Antes mandó a todos sus sirvientes que se fueran y lo dejaran sólo. Cuando la guardia del rey llegó para apresarle lo encontraron tumbado en la terraza de la casa, de cara al mar de Mármara, estaba ya anocheciendo y Aníbal estaba muerto. Siempre había llevado un anillo en la mano que contenía veneno, y esa tarde vio llegado el momento de abrirlo y utilizarlo, desde siempre tuvo decidido el no caer vivo en manos de sus enemigos.
        Con su muerte desaparecía, sin duda, el mayor enemigo al que se enfrentó la República de Roma, por él los romanos conocieron el significado del miedo. Tuvo en su mano cambiar el curso de la historia y no lo hizo, nadie sabe el porqué, él murió sin dar mayores explicaciones. Al final, para bien o para mal, tenemos que agradecerle que somos quienes somos gracias a que no lo hizo. La historia y la cultura de todo el mundo occidental actual hubiera sido otra.
      El destino, caprichoso, quiso que el mismo año, su mayor enemigo y el único que fuera capaz de derrotarle, Publio Cornelio Escipión “El Africano”, muriese en Roma con 53 años de edad.   
Mar de Mármara


FIN

ANIBAL BARCA (247ª.C.-183 a.C.) PARTE 4ª


       
Publio Cornelio Escipión "Africanus"

 En el 206 a.C. la guerra en Hispania había terminado con la victoria de Roma. Al año siguiente, 205 a.C., es nombrado Cónsul Publio Cornelio Escipión “El Africano” y su fijación es acabar con Aníbal, a buenas o a malas, pero tenía que sacarlo de Italia. El año anterior, al mando del ejército romano, había conquistado Cádiz, el último reducto cartaginés en la península Ibérica, a continuación cruzó el estrecho y se fue a Africa a negociar con los pueblos y tribus que habían sido aliados de Cartago, cuyos jefes eran Masinisa y Sífax, logrando un acuerdo con ellos. Cuando es nombrado Cónsul, ante el Senado de Roma expuso su plan: atacaría a Cartago con lo cual el Senado de Cartago pediría ayuda a Aníbal y este tendría que abandonar Italia con su ejército, o sea: llevar la guerra al corazón de Cartago, al norte de Africa. Los senadores romanos, influidos por Quinto Fabio Máximo, enemigo político de la familia de Cornelio Escipión, desaprueban el proyecto, con ello dejan a Publio sin dinero ni ejército para acometer su empresa, lo mandan a Sicilia a que se haga cargo de las guarniciones de esa provincia. Cualquiera en sus circunstancias hubiera abandonado su proyecto pero Publio no, se puso a reclutar voluntarios en todas las ciudades, su prestigio era mucho y reunió un ejército de mas de 30.000 soldados de infantería y 6.000 de caballería así como las naves de transporte necesarias.

        En el 204 a.C. el ejército romano desembarca en Africa empezando el acoso a los cartagineses. El Senado de Cartago llama a Aníbal y éste en el 203 a.C., tras mas de 14 años en Italia guerreando, desembarca con sus tropas en territorio cartaginés, en Africa, su retorno reforzó la moral del ejército. La batalla decisiva tuvo lugar en Zama, el 19 de Octubre del 202 a.C. Los cartagineses al mando de Aníbal contaban con una infantería superior, unos 32.000 (de los cuales 15.000 eran veteranos de sus campañas en Italia) y los romanos al mando de Publio Cornelio contaban con una caballería mayor y mejor que la cartaginesa. En total, unos 40.000 soldados por bando, estaban bastante igualados. Los cartagineses tenían 80 elefantes de guerra que eran el terror de los soldados romanos. La táctica de Cornelio Escipión era superior a la que venían empleando los ejércitos romanos, sin duda había aprendido de la utilizada por Aníbal en Italia. Este trató de emplear la misma estrategia que utilizó en Cannas, pero su caballería era inferior, la mitad de la que disponían los romanos, por lo que el intento de encerrar al ejército romano fracasó, Cornelio Escipión no se dejó envolver, los cartagineses sufrieron una gran derrota, murieron mas de 25.000 soldados, el ejército romano sufrió unos 2.500 muertos. Fue la primera derrota de Aníbal en batalla campal contra los romanos, la única y la última. A partir de su victoria en Zama, la historia añadió al nombre de Publio Cornelio Escipión el “Africanus” que ya le acompañará para siempre.  
        En el 201 a.C. Roma y Cartago firmaron un tratado de paz, Aníbal decidió dedicarse a la política, ya tenía 46 años, y entró en el partido democrático, el otro gran partido era el de los oligarcas conservadores. Fue elegido “sufete”, el cargo mas alto del Senado Cartaginés, restauró la autoridad y el poder del estado, los oligarcas lo vieron como una amenaza a su estatus y lo acusaron de traicionar a Cartago al no haber tomado Roma cuando tuvo la oportunidad. Como respuesta Aníbal acusó a los oligarcas de no haberle apoyado ni haberle mandado refuerzos en su campaña en Italia, haciéndolos responsables de la derrota de Cartago ante Roma, como consecuencia de ello dijo que el tributo a pagar a Roma todos los años, como consecuencia del tratado de paz, no debía de pagarlo el Estado sino los oligarcas, por lo tanto empezó a legislar e imponerles impuestos extraordinarios. Cartago prosperó, se hacían muchas obras públicas y el comercio se activó, la población volvía a ver el futuro con mas optimismo después de la gran depresión que había ocasionado la derrota en Zama ante Roma. Los oligarcas no se enfrentaron abiertamente al sufete, lo que hicieron en el 196 a.C. fue llamar a los romanos, los cuales al ver la nueva prosperidad que estaba alcanzando Cartago con Aníbal como sufete, exigieron al Senado cartaginés la entrega de Aníbal. A partir de ese momento, y temiendo alguna traición, decidió exiliarse voluntariamente en el año 195 a.C.


Antíoco III El Megas

       Marchó a ofrecerse al rey del Imperio Seléucida, Antíoco III Megas,  ya que éste estaba preparándose para luchar contra Roma, Aníbal fue recibido en Éfeso con honores militares. Pronto se dio cuenta que las fuerzas con que contaba Antíoco eran insuficientes para enfrentarse a un ejército romano, le aconsejó al rey equipar un ejército y una flota en condiciones para luchar contra los romanos y él se ofreció a mandarla, pero los celos, envidias y temores de los cortesanos y consejeros que rodeaban a Antíoco, propiciaron que el soberano no le confiara un puesto importante en el ejército. Al parecer ejerció como consejero político del rey durante el tiempo que permaneció con el, no como general, tampoco parece que Antíoco siguiera los consejos de Aníbal ya que, cuatro años después, lo pagaría muy caro al ser derrotado por Roma en las Termópilas (191 a.C)(no confundir con la batalla del mismo nombre en el año 480 a.C. de la Segunda Guerra Médica entre los 300 soldados de Esparta con su rey Leónidas Iº al frente, contra el ejército del Imperio Persa mandado por su emperador Jerjes Iº) y en la Batalla de Magnesia (190 a.C), precisamente por el cónsul Lucio Cornelio Escipión “Asiático” ayudado por su hermano “El Africano”, lo que le costó entregar a Roma parte importante de su imperio y pagar un tributo anual cuantioso.

Continúa en la Parte 5ª...